viernes, 12 de enero de 2018

El olvido

Ternura
Sentada en un cómodo sillón de mimbre blanco, frente una taza de alguna bebida de la que se veía salir un humo serpenteante en dirección a alguna parte muy lejana; el sol acaricia mi piel, por unos minutos quedo absorta mirando mis manos; llenas de arrugas y pecas; manos curtidas, en no se sabe que historias; cada surco esconde un relato; alguno suave y enternecedor y seguro que otros muy duros. La historia de mi vida seguro que está encerrada en cada línea de esta mano y yo sigo extasiada mirándolas, ¡parecen tan frágiles!
No siento el tiempo, tal vez solo han pasado segundos, o tal vez horas.
Ahora mi atención se desplaza hacia esa taza humeante, el humo asciende como en una danza rítmica y contorsionista árabe; no puedo evitar colocar mi mano sobre la taza; hasta que el calor es casi excesivo, una mezcla de placer, dolor y diversión se apoderan de mí, la palma de la mano está roja, llena de gotas del vapor de la bebida.
¡Sigo embriagada en tanta belleza!
El sol acaricia mi pelo, piel… entorno los ojos y juego con el sol; ¡es divertido! Veo como en un caleidoscopio el mundo…
Subitamente alguien se acurruca junto a mí; su mano se funde con la mía y mirándome directamente a los ojos, sonríe. No puedo evitar sonreírle a la vez. Su sonrisa es reconfortante y sus manos cálidas; las observo entre las mías; jóvenes, claras y suaves ¡me gustan! Las alzo hacia mi nariz y huelo, ¡me gusta su olor! Terminan en mi pelo, acariciándolo, sin prisa, suavemente ¡es tan agradable!
-¡Mira! Alcanzo a decirle, mientras entorno los ojos hacia el sol, haciéndole partícipe de mi juego, ella lo hace y reímos juntas. ¡Me gusta, es divertido!
Vuelvo a mis manos, olvidando a la desconocida; de nuevo intenta recuperar su escena, sin éxito; mis manos son un libro, en el que me detengo minutos, horas…; cada surco, cada arruga… tienen su historia, su nombre, su tiempo…
La desconocida sigue tirando de mí, intenta acaparar atención sin resultado.
Coge mis manos entre las suyas y sujeta su rostro, obligándome a sujetárselo y mirarla; ojos dulces, melancólicos y llenos de lágrimas, las enjuago sin comprender y la abrazo.
-¡Adiós mama, la próxima semana volveré a verte!
Ya es tarde, de nuevo he visto mis manos, esas manos que tienen tantas historias…
No escucho sus últimas palabras, siquiera las recuerdo:
-¡Maldito Alzheimer!



Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

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