martes, 7 de noviembre de 2017

Mi paisaje de invierno

Obra distinguida en el concurso y publicada en la antología que lleva el mismo nombre:
Historias de otoño e invierno.
Patrocinada por: letras con arte.
Han participado 842 escritores.
159 han sido publicados en la antología del mismo nombre "Historias de otoño e invierno" 2017, ESTA ES UNA DE ELLAS 

Como cada día antes de salir de casa, Ginés, atusó bien el pompón del gorro,  enrolló bien la bufanda, abrocho hasta el último botón su cálido abrigo y acomodo los guantes, cuasi parecía un muñeco de nieve, en vez de una persona.
Paseando por el parque, se le veía taciturno, la verdad es que, este tiempo le molestaba, añoraba el canto de los pájaros, las flores del parque, la algarabía de los niños jugando…Le deprimía, se dejaba llevar por la nostalgia y la tristeza se asentaba en su ya castigado cuerpo.
Solo disfrutaba, cuando salía el sol y allí en la cafetería del parque, arropaba entre sus manos un chocolate calentito, con los ojos cerrados sentía bajo su nariz su aroma, mientras con los ojos cerrados disfrutaba la calidez del sol.
Era el único momento de placer del día; estaba solo; no tenía amigos, pues no era muy sociable y los pocos que tenía habían fallecido;  ¿familia? solo algún sobrino lejano y apenas tenía trato. La soledad pesaba demasiado en su vida.
Al tiempo, sin darse cuenta, comenzó a observarla; al principio siquiera la veía, pero sin darse cuenta, ya formaba parte del paisaje:
Ella era pequeña, redondita,  mediana edad y sonrisa embriagadora; adornaba su estampa invernal, era una parte más del paisaje; con su abrigo rojo, el gorro cubriéndole graciosamente el rostro y la taza de chocolate entre sus manos.
No recordaba desde cuando formaba parte del paisaje, tal vez ¿años, décadas? Nunca le sonrío, ella sí; nunca le saludo, ella sí.
Sin embargo hoy, su pequeño momento de felicidad, estaba incompleto, no atinaba a intuir el motivo. El chocolate estaba en su temperatura y sabor justos; el sol estaba a la altura justa, para no cegarle mientras miraba y calentar su piel; ¿qué faltaba? Al rato se dio cuenta.
Ella, ella no estaba.
Una sensación angustiosa  le bloqueo; él: frío, distante, inexpresivo y poco comunicativo.  No entendía bien el porqué.
Al final la zozobra le llevo a preguntar.
-“Si, está en el hospital provincial por neumonía”.
Contestó el camarero, que después de tantos años la conocía.
Nervioso, indago sobre ella: nombre, apellidos…
Al día siguiente volvió al parque y… el paisaje no estaba completo, su soledad le abrumaba, faltaba ella; sin pensar se levantó de camino al hospital.
-¡Hola, Vicenta, soy Gines!
Y su amplia sonrisa lo acogió.
Súbitamente adivino, que su paisaje, siempre había sido ella.

Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

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