Mientras mis ojos permanecen cerrados, la magia de su música
envuelve la habitación, es tan grande la sensación que me invade que estoy pletórica,
realmente ya no sé si la música suena o sueña; ella está dentro de mí, penetra
por cada poro de mi piel y eriza mi vello, sin embargo esa especie de escalofrío
me produce un placer inexplicable.
Nunca había sentido así la música, creo que
estoy en lo que se denomina éxtasis; siento por mis poros la música; la veo con los
ojos cerrados danzando a mi alrededor, cual musa pícara y descarada; la
escucho, sin embargo no alcanzo a distinguir la distancia, parece que esté
dentro de mí; incluso la huelo, huele a canela, a naranjas y limones, es dulce
y divertida.
Música, compositor, la persona que magistralmente la ejecuta y
yo, tod@s fundidos en un único ser; el resto a nuestro alrededor ha
desaparecido, las personas, los muebles, las luces… Solo estamos nosotr@s, la
esencia, los sentimientos, el Yo Soy.
Pensé en el Universo, las galaxias, las estrellas y nosotr@s
éramos parte de él, girando al ritmo de una música genialmente ejecutada. Mi cuerpo había fundido
sus células en moléculas y transformado en átomos, estos a su vez dividiéndose en
una maraña de electrones y protones campando a sus anchas por todo el Universo,
danzando y danzando esa música Universal perfectamente orquestada que es la vida.
Un agujero negro me atrapa y sin avisar, sin permiso, de
pronto… reordena mis átomos en moléculas, estas en células, estas en una maraña
de órganos, venas, capilares, etc. y…
Un aplauso interminable, me saca de mi ensimismamiento. Estoy
aquí, en el concierto, aún un poco desorientada; ya no sé si la música suena o sueña, sin embargo no me importa seguir soñando.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
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